Cómo está cambiando la educación online con la llegada de la inteligencia artificial
El 10% de la población mundial ya utiliza algún producto de OpenAI, principalmente ChatGPT. Esto implica que ya ha llegado a prácticamente todos los sectores, incluyendo la educación y debemos adelantarnos al debate de cómo introducir la inteligencia artificial en las aulas. Pero para poder tomar una deicisión acertada es imprescindible revisar los estudios con los que contamos hasta la fecha.
Este paper, que analiza más de 55.000 redacciones de estudiantes entre 2020 y 2024, se convierte en la punta de lanza para entender cómo la IA ha cambiado la forma en la que los estudiantes responden a trabajos escritos en cursos online (MOOCs) desde la aparición de los grandes modelos de lenguaje como ChatGPT.
Ensayos más largos, más simples y con menos variedad
Una de las cosas más llamativas es que los ensayos son ahora bastante más largos. La media ha pasado de unos 150 tokens a unos 230. Además, las frases han aumentado: de 6,85 a 9,76 por ensayo. Y no solo son más largas, también son más fáciles de leer. Esto lo midieron con el índice de Flesch, también conocido como Fórmula de Facilidad de Lectura de Flesch (Flesch Reading Ease), una medida que indica cuán fácil es leer un texto. Fue desarrollada por Rudolph Flesch en la década de 1940 y se utiliza comúnmente para mejorar la legibilidad de los textos, especialmente en contenido web y publicaciones de blogs En resumen, los textos actuales tienen una estructura más clara y sencilla que sus predecesores.
Pero también hay una parte negativa: hay menos vocabulario en los ensayos. La variedad léxica —medida con la relación tipo-token, que indica cuántas palabras diferentes se usan— ha caído de 0,617 a 0,577. Es decir, los textos se han vuelto más repetitivos en cuanto al lenguaje que emplean. De ahí, que en algunos casos, sea más fácil identificar un contenido generado con inteligencia artificial.
¿Estamos aprendiendo o delegando?
Aunque el estudio no puede confirmar con total certeza que los estudiantes estén usando ChatGPT u otros modelos de IA, los datos apuntan claramente a que sí. Y eso plantea preguntas interesantes: si parte del valor de un curso online era el esfuerzo personal de elaborar respuestas, ¿qué pasa cuando ese esfuerzo se externaliza?
Los autores del estudio advierten sobre un fenómeno preocupante: los estudiantes están empezando a delegar tareas de aprendizaje en herramientas como ChatGPT, lo que reduce el esfuerzo metacognitivo, es decir, el esfuerzo mental que implica pensar sobre lo que se aprende. Y eso, en el fondo, va en contra del propósito educativo.
Una oportunidad para educar (mejor)
Pero no todo es negativo. Este cambio también puede ser una oportunidad para replantear cómo diseñamos los cursos, las evaluaciones y las herramientas de apoyo. En lugar de prohibir el uso de inteligencia artificial, quizá deberíamos aprender a integrarla de forma responsable, como una herramienta más.